martes, 11 de abril de 2017

Dejar fluir y ser feliz.


#DejarFluir


El día que dejé ir todo lo malo que me rodeaba fui feliz.

El día que decidí sacar de mi vida a las personas que no me hacían bien, sentí paz.
El día que dejé fluir todo aquello que me lastimaba descubrí que yo sola me hacía daño, que nada ni nadie eran culpables de mis malestares, y que así como yo era la culpable de lo malo, también tenía poder sobre todo lo bueno que me pasaba.

Decidí ser feliz por decisión propia, porque bien dicen que el no ser feliz amarga a todos los que nos rodean y por consiguiente me amarga a mí, decidí ser feliz porque me gusta serlo, porque me gusta levantarme en la mañana queriendo dormir más pero sabiendo que será un gran día.
Decidí ser feliz sonriendo, cantando, viéndole el lado bueno a todo lo malo, encontrándole razones de más a las cosas malas para simplemente dejarlas ir.
Descubrí que yo soy la única responsable de mi propia vida, que ni mi pareja, ni mis padres, hijos o amigos pueden hacerme feliz si yo no quiero, que ni todo el dinero, ni todos los lujos, ni el mejor trabajo, e incluso el trabajo de mis sueños pueden hacerme feliz si yo me niego a serlo. He empezado a ver más allá de cualquier tipo de perfección, empecé a ser feliz aquél día en que disfruté el día soleado y caminé hasta mi trabajo, me di cuenta de que era feliz aquél día en que entendí que no tenía motivos para serlo pero tenía que serlo, y empecé a disfrutar del día, de la noche y de la vida.

No tienes derecho a ser infeliz.
No tengo derecho de serlo.
Es una obligación y hoy me declaro totalmente feliz en un mundo lleno de injusticias, en un mundo de banalidades, me declaro totalmente feliz siendo completamente imperfecta. No tengo todo lo que quiero, pero tengo todo lo que necesito y no pido más.


Débora.