martes, 2 de mayo de 2017

Seis inviernos.


Seis inviernos han pasado y yo te sigo recordando. Seis veranos sin tu risa, seis otoños sin tu brisa. Aún te siento aquí, aún te veo en cada parte, aún te siento cuando miro al cielo y recuerdo tu mirada. 

Sé que el tiempo cura todo, pero hay ausencias que jamás se curan, hay lugares que jamás se ocupan, hay personas que jamás se dejan aunque ya no estén; hay personas que se van pero de alguna manera se quedan, que se instalan para siempre en un rincón y tú indudablemente te has quedado por siempre en mi corazón.

Seis inviernos vi pasar, sufriendo de melancolía, escribiendo poesía. Seis navidades con tu silla vacía, seis cumpleaños sin tu compañía, y te siento, aún te siento aquí, te siento cada vez que veo tus fotografías y recuerdo, ¡qué bonito sonreías!

Te extraño, lo hago a cada rato, y a veces finjo que hablo contigo y recuerdo que definitivamente te has ido; me encantaría platicarte de mi día, de mis planes y susurrarte a escondidas, quisiera contarte de lo que me ha hecho tan feliz estos días, de lo que me espera y de lo que quisiera que pudieras compartir en vida.

No me arrepiento de nada, siempre te dije lo mucho que te quería, siempre te abracé cuando podía, siempre te mimé, de noche y de día.
Y no te preocupes, aquí todo está bien, hemos sabido seguir con tu ausencia, pero jamás nos acostumbramos a entrar a tu casa y no encontrarte en ella, hemos sabido lidiar con el dolor, con ese vacío que dejaste aquél invierno, hemos sabido ver colores en el cielo recordando como eres, recordando lo bonita, lo amable y sencilla que tú eras.
Gracias por los años, gracias por los consejos, gracias por la experiencia, gracias por todo tu amor, definitivamente hubiera sido otra persona totalmente distinta sino hubieses estado en mi vida.

Te quiero y te amo para toda la vida.


Dedicado a Coque. Mi abuelita.
Débora

martes, 11 de abril de 2017

Dejar fluir y ser feliz.


#DejarFluir


El día que dejé ir todo lo malo que me rodeaba fui feliz.

El día que decidí sacar de mi vida a las personas que no me hacían bien, sentí paz.
El día que dejé fluir todo aquello que me lastimaba descubrí que yo sola me hacía daño, que nada ni nadie eran culpables de mis malestares, y que así como yo era la culpable de lo malo, también tenía poder sobre todo lo bueno que me pasaba.

Decidí ser feliz por decisión propia, porque bien dicen que el no ser feliz amarga a todos los que nos rodean y por consiguiente me amarga a mí, decidí ser feliz porque me gusta serlo, porque me gusta levantarme en la mañana queriendo dormir más pero sabiendo que será un gran día.
Decidí ser feliz sonriendo, cantando, viéndole el lado bueno a todo lo malo, encontrándole razones de más a las cosas malas para simplemente dejarlas ir.
Descubrí que yo soy la única responsable de mi propia vida, que ni mi pareja, ni mis padres, hijos o amigos pueden hacerme feliz si yo no quiero, que ni todo el dinero, ni todos los lujos, ni el mejor trabajo, e incluso el trabajo de mis sueños pueden hacerme feliz si yo me niego a serlo. He empezado a ver más allá de cualquier tipo de perfección, empecé a ser feliz aquél día en que disfruté el día soleado y caminé hasta mi trabajo, me di cuenta de que era feliz aquél día en que entendí que no tenía motivos para serlo pero tenía que serlo, y empecé a disfrutar del día, de la noche y de la vida.

No tienes derecho a ser infeliz.
No tengo derecho de serlo.
Es una obligación y hoy me declaro totalmente feliz en un mundo lleno de injusticias, en un mundo de banalidades, me declaro totalmente feliz siendo completamente imperfecta. No tengo todo lo que quiero, pero tengo todo lo que necesito y no pido más.


Débora.

martes, 21 de febrero de 2017

Lo merezco.

Hace un tiempo escribí sobre el hombre que merecía, sobre alguien que fuera capaz no de cumplir mis antojos y expectativas, sino capaz de compartir mi felicidad y su felicidad juntos.
Hoy después de un tiempo sigo pensando que lo que merezco está claro y no debería de aceptar menos.

Tengo un hombre a mi lado que me complementa, que me guía, que me apoya y que de alguna manera es mi hombro y mi sostén cuando más lo he necesitado; es poco el tiempo juntos, pero también sé que el tiempo es relativo y que lo que siento por él es mucho más fuerte que cualquier otro sentimiento que pude tener en el pasado.
No lo quiero, LO AMO, porque en este tiempo me ha enseñado el verdadero significado de la palabra AMOR, porque me ha hecho sentirlo, y apreciar más que nunca esa libertad que tenemos de poder amar.

Lo merezco porque me enseña a ser auténtica, a ser yo.

Lo merezco a él porque me ha apoyado en todas y cada una de mis decisiones, porque sé que día con día hace lo mejor por él y por mí, porque me quiere, me ama y me respeta, y sé que aunque no lo diga daría todo por verme feliz.

Él no es perfecto y es por eso que lo merezco, porque con cada uno de sus defectos me va enseñando que de eso se trata, de ver más allá de sus imperfecciones, de complementar cada defecto, de mejorar, de avanzar.

Suena loco hacer planes o visualizar un futuro que tenemos incierto, pero cuando sientes algo tan verdadero no hay temor de pensar en un futuro sin él, porque a donde vaya voy, y en donde esté yo estoy.
Lo merezco y me merece, porque nos hemos demostrado que al final del día, al final de la rutina y problemas que puedan existir, siempre será él. 

Débora.